La publicidad en videojuegos –in-game advertising en la jerga, no confundir con el advergaming, que se refiere a juegos normalmente menos complejos desarrollados exclusivamente con fines promocionales y destinados al consumo vía internet- se suele percibir como una actividad injusta para el usuario: convierte una forma de entretenimiento en escaparate publicitario, y no siempre ofrece a cambio gratuidad o rebaja de precio en el producto.
Como consecuencia, puede provocar rechazo en el consumidor. ¿A quién le gusta pagar para ser impactado por un anuncio? Sin embargo, para bien o para mal –en realidad existirán consecuencias de ambos tipos-, la publicidad en el ocio virtual es inevitable. Poco importa que se confirme o no su eficacia: alrededor de ella se está construyendo un negocio demasiado grande como para ser obviado. Y una muestra la trae Yankee Group, que asegura que la inversión en esta nueva forma de publicidad llegará a rozar los mil millones de dólares en 2011.
El videojuego aparece como la salvación de un anuncio ahogado en la saturación de los medios convencionales. Tal es el caso de las cadenas de televisión, que ya en Japón –país prescriptor de tendencias a nivel mundial- pierden audiencia no a causa la competencia que se hacen entre ellas, sino por la transformación de los telespectadores en videojugadores, especialmente los jóvenes de edades comprendidas entre los 14 y los 30 años. Ante la problemática actual de la publicidad, el videojuego se mostrará a los anunciantes como un elixir, tal vez no sin razón, gracias a su abrumador potencial.
En efecto, el videojuego posee ciertas características como medio que, por lo menos en la teoría, lo hacen especialmente interesante para un anunciante de gran tamaño, debido al alcance internacional del juego.
A una notable penetración en la población en constante crecimiento hay que unir un alto poder discriminante, una importante fragmentación de su público. La infinidad de soportes –juegos, dicho sea de paso, de incesante aparición- hace que cada uno de ellos vaya especialmente dirigido a un colectivo bien preciso de personas con características similares –tales como la edad, el sexo, la clase social e incluso determinados gustos y personalidades-.
Dos por el precio de uno
La publicidad en un juego, además, no sólo no se presenta como especialmente intrusiva, sino que aparecerá en la prensa especializada cuando ésta muestre imágenes del juego en cuestión. En otras palabras, el anunciante podrá mostrarse en los medios especializados –revistas impresas o digitales- gratuitamente y disimulando su fin promocional.
Asimismo, a su naturaleza audiovisual –con imagen estática y en movimiento y sonido- hay que sumar un máximo grado de interactividad, así como la exigencia de una concentración del jugador exclusiva, todo ello con una exposición considerablemente prolongada –cada vez es más común jugar más de 20 horas al mismo juego-.
La exposición, hay que decir, no es continua, sino intermitente: un juego, por lo general, se completa jugándolo varios días durante semanas o incluso meses. Del mismo modo podemos hablar de una gran perdurabilidad: el juego, en su soporte físico, permanece en el hogar durante meses e incluso años.
Hasta la piratería será, en voz baja, bienvenida –tanto por anunciantes como por desarrolladores-: no hará más que añadir cifras de audiencia al juego –y a más gente impactada, más cara será la inserción.
Sin embargo, existe una ventaja que permite al videojuego mirar por encima del hombro al resto de medios: la publicidad en un juego puede llegar a ser entretenida, divertida –con todo lo que ello implica, como por ejemplo, ser bien recibida-. ¿Qué compañía no pagaría para que sus potenciales clientes se diviertan con sus anuncios o incluso con las versiones virtuales de sus productos? Se trata, no obstante, de un camino por explotar, pues la tendencia hegemónica actual parece limitarse a la inserción de anuncios en vallas virtuales.
Se trata de ventajas que justificarán un alto precio del espacio publicitario, de ahí que los anunciantes puedan ser únicamente grandes empresas. El negocio, como se ha dicho, es redondo. Queda por lo tanto preguntarse por los posibles panoramas que pueden surgir a raíz de esta nueva actividad.
No quedará más, finalmente, que analizar detenidamente las consecuencias en los mismos videojuegos. De ahora en adelante es posible esperar que muchos proyectos de juegos se construyan a partir de las necesidades y los objetivos de empresas anunciantes. Y con ello se desvanecería la línea que hoy separa la publicidad in-game del advergaming, y más precisamente la del entretenimiento con la promoción. ¿Estamos ante el principio de los videojuegos como complejos anuncios interactivos
Fuente: meristation